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Aviación

La buena disposición

Javier Martín-Chico lidera el Departamento Técnico de SEPLA con el objetivo de mantenerlo a la cabeza en Europa

María Fernández.

Habían pasado dos semanas desde su elección al cargo. Como es rutina en el Departamento de Prensa, un periodista llamaba para que alguien aclarara sus dudas técnicas sobre un tema de aviación.

– Javier, llaman de La Sexta. Quieren saber cómo se han endurecido los protocolos de seguridad en cabina y las pruebas de alcohol y drogas para pilotos desde el accidente de Germanwings. ¿Les atenderías?
– Claro, sin problema –se ofrecía Javier-. Pero, por favor, pásame toda la documentación legal que tengas al respecto. Tendría que ponerme un poco al día.

Javier Martín Chico no sólo está disponible cada vez que se le requiere. Lo está con una sonrisa de oreja a oreja. No le importa tener que leerse un tedioso Reglamento Europeo para poder atender a un medio con conocimiento de causa. Lo hace gustoso, con el placer de quien ama la docencia y sabe que, en el fondo, tiene delante una importante labor didáctica. Pero también, porque le encanta aprender, “ponerse al día”, como dice él. Para quien esto escribe, cuyo trabajo consiste en parte en robarles un poco de su tiempo a los demás para que atiendan a los medios de comunicación, esa disposición alegre, sin atisbo de resoplido, es algo que sin duda se agradece.

Martín Chico (Madrid, 1973), llegó a la Dirección del Departamento Técnico de SEPLA casi por casualidad. Se lo pidió un buen amigo, y como es costumbre en él, no supo –no se planteó siquiera- decir que no. “Me encantan los retos, siempre digo que sí a las propuestas que me hacen”. Propuestas como la de ser profesor titular de la asignatura de Dirección de Operaciones en el Grado de Gestión Aeronáutica en la Universidad Autónoma de Madrid. O ser instructor en Iberia. O acceder a puestos de mando técnicos dentro de su compañía, como responsable de entrenamiento de CRM (Crew Resources Management) y Factores Humanos en Iberia. Todas ellas son propuestas que le vienen de fuera.

A todas responde con un vehemente “sí”.
– ¿Y no te entra miedo?
– ¿Miedo? No, yo soy muy lanzado, estoy un poco loco. Me meto en fregados y siempre, el día antes de empezar, me pregunto que dónde me he metido. Pero de todo saco experiencias, casi todas positivas.
Javier se sabe algo hiperactivo, aunque reconoce que el “óxido” acumulado después de 16 años como copiloto del Airbus 340/330 de Iberia le sirve como acicate para embarcarse en tantos proyectos. “En aviación, cada cinco o seis años tiene que haber un cambio” diagnostica. A falta de un cambio impuesto, decidió provocarlo él mismo. Y aceptó sin titubeos la oferta para dirigir el Departamento Técnico de SEPLA, su último proyecto, con el que se le abre una etapa “muy ilusionante”.

Tiene ante sí un reto difícil si quiere mantener el listón en su sitio. El equipo anterior, dirigido con tesón y muchísimas horas de trabajo por Ariel Shocrón, Agustín Guzmán y David Abad (que sigue en su equipo), consiguió hacer de SEPLA una asociación de referencia a nivel internacional. Hoy, la voz de SEPLA se escucha y atiende como una de las más importantes dentro de ECA (European Cockpit Association) y de la propia IFALPA, que representa a más de 100 asociaciones de pilotos en todo el mundo.

Él, heredero de esa generación de entusiastas copilotos, reconoce la calidad humana y técnica de sus predecesores. Y la agradece. “El equipo anterior hizo un papel intachable, por lo que mi objetivo es seguir su línea manteniendo, e incluso aumentando si se puede, la representación internacional”. Junto a él, componen el Departamento la subdirectora, Mar Alguacil, que fue quien le hizo la suelta como facilitador de CRM en Iberia después de años trabajando juntos en dicho departamento. “Es una gran profesional y gran amiga, alguien que sabe sacar el lado positivo de todo y nunca dice que no a prestar ayuda”. También destaca la labor de David Abad, con enorme experiencia en foros nacionales e internacionales representando al sector de helicópteros.

Los tres miembros del equipo cuentan además con una serie de colaboradores que traen consigo savia nueva para consagrar el relevo generacional tan ansiado por la actual Mesa Rectora. Pilotos jóvenes, recién salidos de la escuela, instructores de vuelo, pilotos de aerolíneas transnacionales… El Departamento Técnico goza hoy de una heterogeneidad nunca antes vista. La aportación técnica de SEPLA ha salido por fin de la jurisdicción única de Iberia.
Quizás esa diversidad en su composición le ayude a conseguir uno de los objetivos más difíciles para cualquier piloto que haya dirigido el Departamento Técnico de SEPLA: conseguir transmitir su labor al afiliado. Sin duda el hueso más duro de roer. “La tarea es que el afiliado entienda que nuestro trabajo está presente en todas las negociaciones de convenio”. ¿Su receta? Comunicación, comunicación y comunicación. Con un perfil más que activo en las redes sociales y una profunda apuesta por las nuevas herramientas de comunicación dentro del sindicato, Javier lleva a cabo una máxima: “si no comunicas, no eres”.

Un profesor multidisciplinar

Javier se hizo piloto extremadamente joven, con apenas 18 años. El amor a su profesión le viene por herencia, como a muchos pilotos. Su padre, cuyo daltonismo le impidió convertirse en aviador, trabajó como coordinador de vuelos de Air France en Barajas. Eso le dio la oportunidad de volar con frecuencia y conocer el mundo de la aviación desde dentro, lo que le impulsó a elegir esta carrera poco tiempo después del cierre definitivo de la única escuela pública que ha habido para pilotos en nuestro país, la Escuela Nacional de Aeronáutica (ENA). “Tuve suerte. Mi abuela me ayudó a financiar la carrera. Si no, ni me lo hubiera planteado”.

Con 23 años ingresó en su primera compañía aérea, LTE, donde estuvo volando de 1996 a 1999, primero desde Las Palmas de Gran Canaria y después desde Palma de Mallorca. De ahí dio el salto a Iberia, donde ha ejercido diversos cargos técnicos, como oficial de seguridad de vuelo, facilitador de CRM, Responsable de CRM y Factores Humanos. También, en esta ocasión, le propusieron para el cargo, “la primera vez que un copiloto era jefe de unidad”.

Dirección de Entrenamiento de TRI/SFI) le sirvieron para darse cuenta de que “la obsesión por el recorte de gastos en Iberia le impide acudir a muchos de los foros donde se decide la aviación, a los que SEPLA sí va”. Su labor en la compañía de bandera, si bien le ha traido muchas alegrías (“he crecido profesionalmente”), también le ha dado alguna frustración. Autodidacta convencido, la ha faltado encontrar en Iberia la forma de dar salida a las ideas y conocimentos que ha ido adquiriendo en el camino, algo que espera poder solventar ahora en su labor como Director del Departamento Técnico.

Su trabajo no se ha ceñido al ámbito de las compañías aéreas. Martín Chico es también, desde hace dos años, profesor en la Universidad Autónoma. Imparte la asignatura de Dirección de Operaciones dentro del plan de Grado de Gestión Aeronáutica. Llegó, como a casi todo, de casualidad, a propuesta del profesor titular para sustituirle tras su jubilación. “Optamos cuatro al concurso, y tuve la suerte de salir elegido”.

En el mundo académico universitario, el aprendizaje no tiene una plasmación tan concreta como sí tiene la formación en un simulador. Así, el principal reto de Javier ante 58 alumnos que apenas rozan los 20 años es mantener la motivación para asistir a clase. Cuando el turno es por las tardes, la pelea se afronta cuesta arriba. Pero un optimista patológico como él no se da por vencido. Así, acaba de introducir en sus clases el “gaming” (enseñar con juegos), con el que consigue estimular la curiosidad de los jóvenes con ejercicios de memoria o cuestionarios sobre el temario. En definitiva “introducir el juego como herramienta de aprendizaje”. Otra muestra de su afán por la comunicación.
Gestionar el tiempo para saber desconectar

“Reconozco que, ahora mismo, el ocio está bastante atrás en mi lista de deberes” responde Javier cuando se le pregunta por su tiempo libre. No es ningún problema para él, y tiene varios motivos para ello. El primero, que le encanta su trabajo y se lo pasa bien haciéndolo. El segundo, “porque todo se reduce a una cuestión de gestión del tiempo”. A la petición de desarrollar dicho concepto, contesta con un axioma: “siempre hay algo que hacer y, si llega un momento en que no hay nada, es que toca dormir”.

Lo que confiesa Javier después de haber verbalizado ese insulto a la pereza es la ayuda con la que cuenta para gestionar ese tiempo y mantener a raya su hiperactividad. Una ayuda que tiene nombre y apellidos: su mujer, Tania. Su compañera de vida y fatigas, el amor de su vida desde que tiene 14 años.
Javier persiguió a Tania siendo su mejor amigo en la adolescencia, hasta que consiguió mantener con ella una relación que duró lo que tardan los primeros trabajos en acabar con las fantasías románticas de la juventud. Ella se tuvo que ir a Irlanda; él, a volar a Canarias. «Por circunstancias» de la vida y tras sendos matrimonios que «no llegaron a buen puerto» pero aportaron tres hijos «maravillosos» a cada uno de ellos, fue posible el reencuentro gracias a ella. Así, retomaron una antigua amistad que no tardó en saldarse con la unión definitiva y dos hijas más, esta vez gemelas.
Juntos han formado un equipo que traspasa las barreras del concepto de familia. No en vano, son ocho hijos a los que cuidar, y ello requiere una posición común sobre el cuidado y la conciliación. “Mi mujer es mi mejor amiga, y sabe lo que es trabajar duro, por lo que entiende completamente mi trabajo y me apoya siempre. Ella es el mejor ejemplo que tengo de la famosa gestión del tiempo, empleada en todos los ámbitos”.

Aun así, Javier espera en los próximos meses promocionar a comandante en la flota del Airbus 320. Desoxidarse así de la única rutina de su vida, la de volar el mismo avión los últimos 16 años. Y, sobre todo, poder dormir en casa, el único lugar en el que realmente sabe desconectar, con su mujer y sus ocho hijos. Para ello, seguirá aprovechando cada minuto que el día le ofrece para aprender y formarse en el terreno del nuevo reto que acabe de asumir. Leerse cualquier documento o manual de ECA, IFALPA o EASA durante los vuelos de largo radio. Levantarse a las 3 y media de la mañana para irse al simulador, pasar por SEPLA después y poder así estar de vuelta en casa para comer. Formarse él para formar a los demás. Y hacerlo con su sonrisa perpetua.