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Profesión

Uso de mascarillas y responsabilidad individual

Los pilotos estamos menos expuestos que nuestros compañeros TCP a un posible contagio por COVID. La puerta de cabina nos aísla del pasaje y el aire en su interior accede tras un proceso de filtrado de alta eficiencia. Por eso, nuestro comportamiento es clave para evitar que entre en ellas el COVID

27 de agosto de 2020.

Desde principios de julio muchos de nosotros pudimos volver poco a poco al trabajo. De nuevo la adrenalina del vuelo, de la preparación, del arranque de motores. Aunque a un menor ritmo del que esperábamos, estamos volviendo a la cabina. ¿Lo hacemos de manera segura?

La segunda ola de la pandemia, de la que ya somos todos testigos, está truncando muchos de nuestros planes. Por ello, si queremos que nuestro sector se recupere cuanto antes y que nuestros pasajeros vuelvan a tener confianza en el avión, debemos trabajar todos juntos en ser disciplinados con las medidas de seguridad higiénicas establecidas por la autoridad y los operadores y así seguir manteniendo los aviones como el medio de transporte más seguro.

La principal medida física de protección, la mascarilla, puede tener establecidas restricciones para su uso por parte de los pilotos tanto en tierra como en vuelo. Esto es así porque determinados modelos de mascarilla pueden restar efectividad a la máscara de oxígeno en los casos de despresurización de cabina. Diferentes estudios han mostrado que, cuando se da un episodio de despresurización por encima de un determinado nivel de vuelo, el tiempo de consciencia útil no es suficiente para quitarse la mascarilla, acudir a la máscara de oxígeno y colocársela. Es decir, sólo dispondríamos de tiempo para colocarnos la máscara de oxígeno superpuesta a la mascarilla que llevemos. De los modelos estudiados, el único que se muestra compatible para su uso en estas circunstancias es la mascarilla quirúrgica.

Con todo esto, las directrices de la Agencia Europea de Seguridad Aérea emitidas en junio para la reactivación del sector sólo obligan a llevar mascarilla a las tripulaciones que estén en constante contacto con los pasajeros, es decir, los TCP. En este caso, la Agencia recomienda exclusivamente el uso de los modelos N92 y/o FFP3 o, en su defecto, de la mascarilla quirúrgica.

EASA no menciona de manera expresa a los pilotos, lo que ha dejado en manos de los operadores la regulación del uso de mascarilla por parte de nuestro colectivo. Las normas establecidas por cada aerolínea son muy dispares, aunque generalmente se desaconseja la utilización de modelos de mascarilla distintos a la mascarilla quirúrgica durante el vuelo presurizado. En cualquier caso, ninguna aerolínea obliga a usarlas en cabina, llegando alguna incluso a desaconsejarlo.

Debemos tener presente que nuestro espacio de trabajo es el más estéril dentro de una aeronave. La puerta de cabina hace función de barrera física y nos aísla del pasaje minimizando el riesgo de exposición al contagio. Adicionalmente, los sistemas de recirculación y filtrado de aire a través de los filtros HEPA hacen que la calidad higiénica del aire en la cabina de vuelo esté libre de virus. En cualquier caso, debemos conocer y respetar al máximo las medidas de higiene y seguridad establecidas por la Administración y por nuestro operador en todas las esferas. Sólo así reduciremos el riesgo de que podamos ser nosotros un posible elemento de contagio dentro de la cabina.

En el avión, como en el resto de ámbitos, la responsabilidad individual es clave para acabar con esta pandemia.