Intento forzado de desregular el mercado mundial de la aviación
Un pequeño grupo de países está presionando para conseguir la total liberalización en la industria aérea global sin ningún tipo de garantías o consideración sobre el impacto que dicha medida tendría.

Tal acuerdo se encuentra en la actualidad en el panel de OACI (la Organización Internacional de Aviación Civil) sobre la regulación del transporte aéreo, lo que potencialmente podría acabar con todos los progresos y mejoras en materia económica, laboral y de normativas de seguridad obtenidas a los largo de las últimas décadas.
“Esto es un TTIP -Transatlantic Trade and International Partnership- para la aviación a nivel global: una liberalización a escala completa, instantánea y en todo el mundo que cambiaría la industria de la noche a la mañana”, dice Dirk Polloczek, Presidente de la Asociación Europea de Pilotos ECA. El hecho de que no se oigan muchas voces en contra del proyecto no significa que haya consenso en torno a él, sino que hay un acuerdo deliberado y partidista para tratar de mantenerlo lejos del ojo público. Nos parece que tanto el proceso de elaboración como el contenido de este acuerdo son escandalosos”.
La propuesta de OACI consiste en un acuerdo multilateral, dos protocolos (sobre pasajeros y carga) y una convención multilateral cuyo objetivo es liberalizar el acceso al mercado del transporte aéreo internacional, así como cambiar las actuales normas sobre la propiedad y el control de las líneas aéreas. Además de esto, el texto se centra en reducir la “carga” de regulación económica en las líneas aéreas, eliminar la participación del Gobierno en las decisiones y operaciones definidas como comerciales y reducir al mínimo el uso de la regulación en el texto del acuerdo. No existe la más mínima referencia a otras cuestiones igualmente importantes como son el trabajo, la competencia leal o el medio ambiente.
La falta de tales disposiciones demuestra claramente que el mandato original de los dos grupos de trabajo creado en el panel “para garantizar el respeto de los más altos niveles de seguridad y protección y el principio de oportunidad justa y equitativa para todos los Estados y grupos de interés” ha sido flagrantemente ignorado. Se trata de temas que no pueden ser separados o tratados en una etapa posterior.
Las indeseadas consecuencias de la liberalización son ya de por sí difíciles de tratar, y esta propuesta de acuerdo carece de cualquier análisis del impacto que se produciría. Por ejemplo, no hay un análisis sobre las consecuencias que tendría la propuesta de sustituir las actuales cláusulas sobre propiedad y control (O&C, ownership and control) de una aerolínea por el concepto de sede social, que no se ha definido con claridad. Esto queda reflejado con el caso de Norwegian, que ha demostrado la facilidad con la que se puede registrar una compañía en un paraíso fiscal, con las consecuencias que ello implica a nivel social y de seguridad. ¿Qué pasaría si esto se permitiera en todo el mundo?
“Acabamos de oír a los consejeros delegados de dos aerolíneas decir sin rodeos que les importa un bledo lo relativo a los convenios de la Organización Internacional del Trabajo y los derechos fundamentales. Claramente, es necesario más que buena voluntad cuando hablamos de unas salvaguardas sobre trabajo y entorno tan importantes”, subraya Jon Horne, Vicepresidente de ECA. Un acuerdo equilibrado, justo y multilateral sobre servicios aéreos debe contener al menos lo siguiente: una cláusula social robusta, fuertes provisiones para garantizar la competencia leal y para definir el “centro de actividad principal” y el control y propiedad, así como provisiones sobre sostenibilidad ambiental.
Si este acuerdo multilateral se firma y ratifica en sus actuales términos, reemplazaría cientos de acuerdos bilaterales cuidadosamente pensados y desarrollados, y dejaría la normativa sobre seguridad aérea en unas circunstancias determinadas, en base a nociones vagas e indefinidas sobre qué es lo que se debería declarar sede social de una aerolínea”.