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Programa PAPI

Fatiga pandémica: qué es y cómo combatirla

• El principal impacto psicológico de la pandemia se traduce en elevadas tasas de estrés o ansiedad.

La pandemia debida al SARS-Cov-2 ha supuesto un descalabro para nuestro sistema sanitario, económico y social, así como para nuestro sistema de valores, creencias y relaciones, afectando en algún grado a nuestra salud mental. Esta crisis ha frustrado muchas de nuestras expectativas y se ha alargado en el tiempo más de lo que pensábamos. A pesar de la debacle en aviación, el verano pasado vino cargado de esperanza con la reducción de contagios y parecía que la aviación comercial iba a recuperarse lentamente. En el número 206 de esta revista se decía que “algunos operadores programan servicios regulares y se van levantando parte de las restricciones que los Estados han impuesto a los desplazamientos”. Pero llegó la segunda ola, aumentaron de nuevo las restricciones, se cerraron fronteras y se exigieron cuarentenas, frustrándose nuevamente las expectativas. Con el invierno, la tercera ola ha aumentado el número de contagios y fallecimientos lo que ha llevado a reducir los vuelos a los estrictamente necesarios.

En la primera etapa de una crisis de corta duración, la mayoría de las personas sanas se comportan de forma adaptativa para enfrentar el estrés agudo consiguiente. Sin embargo, cuando la situación estresante se prolonga en el tiempo, las noticias nos abruman todos los días con nuevos datos — siempre negativos—, nuevas restricciones, confinamientos, toques de queda, cierre de actividades, etc, es normal que se produzca cansancio cognitivo y desesperanza. Se trata de una suerte de indefensión aprendida; algo así como la creencia de que no hay relación entre nuestras conductas y sus consecuencias; que el esfuerzo en seguir las medidas de protección recomendadas (distancia física, mascarillas, lavado de manos, etc) es estéril porque “haga lo que haga las cosas permanecen igual e incluso empeoran”. Esto es lo que la OMS ha venido en llamar “fatiga pandémica” que define como una reacción natural contra la adversidad sostenida en el tiempo, que afecta a la vida de las personas y se expresa por una gradual desmotivación para seguir manteniendo estas conductas protección, además de complacencia, alienación y desesperanza. La OMS estima que alrededor del 60% de los países de la región europea están experimentando actualmente una forma de “fatiga pandémica” y que el principal impacto psicológico de la pandemia se traduce en elevadas tasas de estrés o ansiedad. A medida que se introducen nuevas medidas, especialmente de permanencia en el hogar, cuarentena y toques de queda prolongados y sus efectos en las actividades, rutinas o medios de vida habituales de muchas personas, aumentan los niveles de soledad, depresión, consumo nocivo de alcohol y drogas, autolesiones domésticas, violencia o conducta suicida.

Según una encuesta realizada durante los meses de agosto a octubre de 2020 por la Asociación Americana de Psicología (APA) las consultas de psicología para el tratamiento de la ansiedad y la depresión aumentaron exponencialmente. Según esta encuesta, comparado con la demanda de consultas antes de la pandemia, el 74% fue relativa a trastornos de ansiedad, el 60% de depresión, el 48% de trastornos de estrés y trauma y el 51% de trastornos del sueño. Más de la mitad de los trabajadores de la Unión Europea revelan estar afectados negativamente por el estrés relacionado con el trabajo.

También la Comisión Europea se ha hecho eco de la fatiga pandémica y ha alertado de los problemas de salud mental consiguientes y de la necesidad de que los Estados la aborden mediante estrategias claras de comunicación, identificación de buenas prácticas de la primera ola, razones bien fundamentadas para tomar medidas restrictivas, indicación de cuándo podrían levantarse, así como garantizar la disponibilidad y el fácil acceso a los servicios de salud mental y apoyo psicológico y social.

Ahora que sabemos lo que es la fatiga pandémica y sus causas, vamos a ver la forma de combatirla.

  • Primero de todo date permiso para sentirte triste, enfadado, estresado. Es normal que puedas estar sintiendo fatiga, cansancio y agotamiento ante esta situación.
  • Si “aprendimos” a sentirnos indefensos o impotentes pensando que lo que ocurre está fuera de nuestro control podemos revertir esas creencias desaprendiéndolas. Para ello nada cómo tomar conciencia del grado de control que ejercemos realmente en nuestro entorno. Es cierto que algunas decisiones ajenas a nosotros restringen nuestro margen de libertad, pero si lo miras detenidamente son muchas más las posibilidades de control que tienes.
  • Los pilotos por su profesión están muy acostumbrados a tener el control de sus acciones en vuelo. Por eso es muy importante que descubras que no has perdido el control sobre tu vida, aunque pueda estar restringido temporalmente: tienes control sobre tu salud y la de los otros. Está en tu mano no contagiarte ni contagiar. Las medidas de protección son la mejor salvaguarda de nuestra salud.
  • Date mensajes positivos. Céntrate en el presente que es sobre el que tienes control y prepárate para el final de esta crisis
  • Trata de rebajar los niveles de hipervigilancia. No estamos en riesgo extremo, me atrevería a decir que contagiarse es difícil siguiendo las medidas de protección.
  • Siente todo el espacio de libertad que tienes. Si tu Comunidad está confinada, descúbrela y disfruta de la naturaleza. Si no solías usar el transporte público, puede que ahora te des cuenta de lo cómodo que es que te lleven sin estar tú al volante. Aprovecha las horas antes del toque de queda para hacer aquello que te satisface.
  • Haz ejercicio. La Organización Mundial de la Salud (OMS)recomienda 150 minutos de actividad física de intensidad moderada ó 75 minutos de actividad física de elevada intensidad por semana. Mejor si puedes hacer deporte en el exterior como correr, jugar al tenis o pádel.
  • Duerme bien, pero no más horas de lo habitual. Una noche de sueño reparador es un día ganado de bienestar. Mantén una rutina en tus horas de ir a descansar. Evita ver la TV y abrir el móvil o el ordenador en la cama. Si te despiertas a media noche, no te fuerces para dormirte enseguida: ralentiza la respiración, presta atención y siente el bienestar del aire que entra y sale por tu nariz. Y al despertar sal al exterior y sincroniza tu reloj biológico con la luz del día.
  • Aliméntate de forma sana. Descubre lo placentero de comprar y cocinar lo que te gusta. Ve a hacer la compra con el estómago lleno.
  • Súmate a grupos, reuniones con tus compañeros de profesión. Mantente en contacto, prepárate para tus próximas sesiones de simulador. Discute con tus compañeros un proyecto para el futuro de la actividad normal de vuelo que va a llegar pronto. Si te sientes motivado, establece redes de apoyo.
  • Limita el consumo de redes sociales e internet a lo imprescindible para estar bien informado y saber qué decisiones debes tomar. Busca solo información fidedigna y huye de los bulos, de las noticias falsas, de las cadenas de WhatsApp.
  • Tus conductas producen las gratificaciones que deseas. Confía en que lo que haces te llevará a los resultados deseados. Ahora hay mayor detección de casos, más conocimiento del virus y mejor tratamiento. Ten confianza
  • Por último, pero no por ello menos importante, siente la fortaleza que representa poder pedir ayuda si ves que no puedes manejar por ti mismo tus niveles de estrés, ansiedad o tristeza. En el programa PAPI, un compañero bien formado puede apoyarte o derivarte a un profesional en caso necesario.

En definitiva, entrénate en resiliencia. Estos nuevos aprendizajes con los que no contabas te van a ser de gran utilidad en el futuro. Tómalos como un gran desafío.

Referencias

World Health Organization 2020. Pandemic fatigue. Reinvigorating the public to prevent COVID-19.

Consejo General de la Psicología de España. Revista Infocop Online14/12/2020

http://www.infocop.es/pdf/telehealth-survey-summary.pdf

Staying safe from COVID-19 during winter. Communication from the Commission to the European Parliament and the Council Brussels, 2.12.2020 COM(2020) 786 final